domingo, 11 de marzo de 2012

Las Revoluciones Mexicanas: Interpretación Lombardista

Por Emilio García Bonilla (JPS)

[Síntesis de un trabajo más amplio]
Hacer un análisis historiográfico de la obra de Vicente Lombardo Toledano no es fácil pero es necesario porque resulta interesante conocer y analizar la concepción histórica de un hombre que más que escribir historia la hizo. Entendiendo a Lombardo como uno de los constructores del México posrevolucionario debemos tener en cuenta su visión del desarrollo histórico del país para poder valorar razonadamente su vida y su obra que se confunden con la historia de México durante casi medio siglo. Al haberse cumplido cien años del inicio de la Revolución Mexicana y doscientos del inicio de la Guerra de Independencia, en este ensayo nos hemos enfocado en la concepción que Lombardo tuvo de las revoluciones mexicanas.

1.- Teoría de la Historia
Para Vicente Lombardo Toledano el estudio de la historia no tenía por qué ser exclusivamente de carácter académico o enciclopédico, el conocimiento de la historia brindaba al estudioso armas para el combate político, de tal forma que para adoptar una línea estratégica y táctica antes debía hacerse un análisis histórico de la situación para no imponer modelos ajenos a la realidad concreta.
En eso se diferenció la línea lombardista de otras corrientes políticas marxistas mexicanas y de otras partes del mundo que pretendieron copiar lo hecho en otras latitudes sin tomar en cuenta el desarrollo histórico del país y sus propias condiciones socioeconómicas. La carencia de un estudio a fondo del pasado y del presente a lo único que llevó fue a rotundos fracasos o en el mejor de los casos, a éxitos a medias. De ahí la importancia de la historia como disciplina útil a la política.
La historia como desarrollo evolutivo de las sociedades no tiene un fin específico, sino que es la constante búsqueda del mejoramiento de la sociedad en todos sus aspectos, Lombardo lo definió al señalar que “el camino de los pueblos nunca termina, […] no hay ninguna etapa de la evolución histórica que no se proponga superar la obra ya realizada”. Si pensáramos que la historia sólo es el pasado estaríamos negando nuestro carácter de agentes históricos y estaríamos rechazando el proceso histórico universal en el que la realidad actual es fruto de un pasado y que a su vez está dando lugar al porvenir. “Si bien es cierto que el hombre es el resultado del proceso de la historia, también es verdad que el hombre hace su propia historia.”

2.- La Historia de México
La historia de México, nos dice Lombardo que podría definirse como “la lucha de un pueblo por conquistar su independencia nacional, y una vez lograda, por mantenerla y hacerla cada vez más vigorosa”.
Si la lucha contra la opresión dio origen a la nación mexicana, esa es su razón de ser y uno de sus móviles históricos, el segundo es la lucha contra la miseria. Así, Lombardo nos da a entender que nuestra historia es una constante búsqueda por el pueblo mexicano de mejores condiciones de vida. Si bien esto es aplicable a todos los pueblos del mundo, México es un caso especial por los procesos revoluciones por las que ha pasado y que han determinado su desarrollo histórico.

3.- Las Revoluciones Mexicanas
De acuerdo con el marxismo, Lombardo definió a las revoluciones de esta manera:
“Una revolución es un movimiento de grandes masas populares, con el fin de sustituir el régimen existente por otro distinto, que implica el reemplazo de la clase social que gobierna por otra clase social más avanzada; […] estas se producen por las contradicciones sociales insalvables en el seno de un país en un momento determinado de su evolución histórica”.
Lombardo Toledano señaló a la historia de México como marcada por tres revoluciones complementarias, o bien, una sola revolución en tres tiempos, como una sinfonía. Esas tres revoluciones son: la de Independencia, la de Reforma y la comenzada en 1910, definida por Lombardo como una revolución democrática, antifeudal y antiimperialista.
Las tres revoluciones fueron sustentadas por frentes nacionales de fuerzas sociales discrepantes entre sí pero unidas por un objetivo común: en la revolución de Independencia, la liberación política de México; en la de Reforma, liquidar la estructura colonial del país y hacer del Estado la única autoridad del país; y en la iniciada en 1910, impulsar el progreso económico y social dentro del marco de la democracia burguesa.

3.1.- La Revolución de Independencia
En la primera revolución, la lucha de clases se confundió con una lucha de razas en la que los peninsulares se empeñaron en defender al régimen colonial caduco, mientras que criollos, mestizos, castas, indígenas y negros, quienes formaban la nueva nación mexicana con una conciencia de lo propio, enarbolaron las ideas modernas y democráticas de la revolución francesa y la Ilustración. Así, en plena guerra comenzaron con la reforma social y la lucha contra los privilegios: Hidalgo declaró abolida la esclavitud en México, mientras que Morelos decretó la desaparición de las divisiones por motivos raciales para que todos fueran nombrados sólo con el título de americanos.
Una vez consumada la Independencia se dieron las principales reformas: se suprimió el tributo que pagaban los indios, se prohibió la coacción para el pago de los diezmos, el capital que antes salía directamente para la metrópoli se quedó en México permitiendo su circulación, además “la libertad de producir todo género de mercancías, de comerciar y de expresar el pensamiento en todos los órdenes de la vida, impulsó considerablemente el desarrollo de las fuerzas de producción económica y amplió el horizonte de nuestro país”.     
Si bien, después de once años de lucha se consiguió la independencia política respecto a España, prevaleció buena parte de la estructura económica colonial, esto llevó a las contradicciones que desencadenaron en la segunda revolución.

3.2.- La Revolución de Reforma
La segunda revolución mexicana fue eminentemente liberal, contra el régimen del monopolio de la tierra y de la conciencia en manos de la Iglesia Católica, y a favor de los derechos del hombre, de la libertad de comercio interior y exterior y de una República democrática y representativa de acuerdo con el sistema federal. La postura de los liberales, “los partidarios del progreso” se contrapuso al de los conservadores, “obstinados en conservar el pasado”. De esta manera, los principios de libertad e igualdad se enfrentaron al sistema de fueros y privilegios heredados de la colonia, pero principalmente se atacó a la Iglesia que acaparaba “más de las dos terceras partes de la tierra laborable del país”.
Los liberales, influidos por las ideas de la Ilustración y la Enciclopedia buscaron que fueran reconocidos los derechos individuales del hombre como base y objeto de las instituciones sociales, pero también la Revolución de Reforma pretendió con su clara oposición a los privilegios legales y materiales de la Iglesia darle al Estado el carácter de autoridad única e incorporar en el mercado nacional las propiedades eclesiásticas, para ello se emitieron las Leyes de Reforma y se promulgó la Constitución de 1857, que Lombardo considera como “la primera Constitución Política de la República Mexicana”.
No obstante que las leyes de reforma nacionalizaron los bienes de la Iglesia, las grandes extensiones de tierras sólo cambiaron de dueño y “no se transformaron desde el punto de vista que representaban para la producción económica. Así, el latifundismo dejó de ser eclesiástico y pasó a ser civil pero siguió condicionando el desarrollo de las fuerzas productivas”. Esa fue una de las causas de la tercera revolución.

3.3.- La Revolución Democrática, Antifeudal y Antiimperialista
La Revolución iniciada en 1910 fue estudiada con mucho interés por Lombardo, por estar vigente todavía en el tiempo en que vivió, definiéndola, caracterizándola y señalándole nuevas metas en el desarrollo histórico de México.
Sin embargo, no dejó de reconocer que, a 50 años del inicio de la última revolución, no se habían cumplido todas las reivindicaciones por las que se luchó. La causa inmediata que encuentra al respecto es que el proceso revolucionario no estuvo dirigido por la clase obrera, “la única clase social consecuentemente revolucionaria”, ni siquiera fue conducido por la burguesía industrial nacionalista, sino por una burguesía terrateniente progresista.
Señaló que hubo “dudas, vacilaciones, rectificaciones, enmiendas y aún traiciones al programa revolucionario por el origen social de los directores del gobierno, […] y por la intervención del imperialismo extranjero en la vida doméstica de México”. Además debía reconocerse que la división de la clase obrera y de la clase campesina, así como la corrupción de los dirigentes sindicales, eran factores de incumplimiento del total de las demandas revolucionarias.
Lombardo no cree que la Revolución Mexicana haya fracasado porque el pueblo seguía empeñado en alcanzar sus metas y porque “ninguna revolución popular fracasa. A veces se detiene, retrocede a veces, pero vuelve a ponerse en marcha”, correspondiendo a las nuevas generaciones la tarea de volver a ponerla en marcha. Considera que una vez promulgada la Constitución, la tarea era hacer que se cumpliera, pues con el cumplimiento cabal de los preceptos constitucionales se podría transitar pacíficamente a la sociedad socialista. Era posible pues, llegar al socialismo por la vía de la Revolución Mexicana “levantando nuevas metas y señalando nuevos objetivos, haciendo que los ideales de ayer y los de hoy se junten, se confundan y se cumplan fielmente”.
En el ámbito democrático señala Lombardo que es donde menos avances se habían dado pues poco había cambiado con respecto al sistema político anterior a 1910. Este estancamiento en la cuestión política era la causa que llevaría a la cuarta revolución, la cual a diferencia de las anteriores sería pacífica y prepararía el camino para el tránsito al socialismo. A este cuarto momento revolucionario Lombardo Toledano lo llamó en 1955 “la Democracia del Pueblo”.

3.4.- La Democracia Popular
Como la historia, para el lombardismo, brinda las armas para actuar en el futuro, consideramos necesario incluir, aunque sea en unas cuantas líneas, las características generales de la supuesta futura revolución tal y como la visualizó el maestro Lombardo.
La democracia del pueblo sería la continuación del largo proceso revolucionario iniciado en 1810, pero la cuarta revolución sería pacífica porque un movimiento armado daría al imperialismo norteamericano una provocación para intervenir en su propio beneficio, así que se correría el riesgo de una invasión. Sería de vital importancia “la organización empeñosa y diaria de la clase obrera, de los campesinos, de la clase media y de los industriales patriotas”, es decir, la creación de un frente nacional multiclasista pero unido por un objetivo común, además tendría que basarse en la “vigorización de la conciencia de clase del proletariado y en la educación política de las otras fuerzas sociales que han de cooperar a la democracia del pueblo”. 
¿Cómo sería el gobierno de la democracia del pueblo?
“Un gobierno elegido realmente por el pueblo, desde sus primeros hasta sus más altos escalones, […] integrado por obreros, burgueses y pequeñoburgueses de la ciudad y el campo, que sea insobornable por la reacción y por el imperialismo, bajo la dirección de la clase obrera. Un gobierno, en fin, que luche día a día por la independencia nacional económica y política; por el mejoramiento decisivo de las condiciones de vida de los obreros, de los campesinos y de la clase media; por garantizar el desarrollo de la industria nacional y del comercio nacional, defendiéndolos de la desigual competencia extranjera. […] Un gobierno que realice la unidad y la fraternidad de la nación, bajo el signo del progreso social”.

Consideraciones Finales
Como nos pudimos dar cuenta, Vicente Lombardo Toledano supo insertar el desarrollo histórico de México dentro de la visión universalista del materialismo histórico al afirmar que la lucha contra la miseria y la lucha contra la opresión son los dos móviles de la evolución histórica de México, en eso está implícita la idea de la lucha de clases. Sin embargo, Lombardo presenta a México como una nación con una historia particular que la ha llevado a vivir y sufrir tres revoluciones y varias invasiones extranjeras, quedando así diferenciada de la historia de otros pueblos.
Si bien Lombardo reconoce algunas acciones de los gobiernos de la posrevolución como positivas, también es crítico al señalar los errores que se cometieron y al presentar lo que considera falta hacer para complementar la obra revolucionaria. Es ahí donde adquiere su razón de ser la interpretación histórica de Lombardo al hacer un análisis crítico y reflexivo del pasado, explicar la realidad actual y proponer una estrategia para el futuro.
Destaca de Lombardo su visión de una revolución inacabada e incompleta, de un proceso revolucionario que a 200 años de haberse iniciado no ha cumplido todos sus objetivos, sino que al contrario, conforme pasa el tiempo se le van aumentando más, y mientras menos se cumplan esas reivindicaciones más se irán agravando las diferencias entre clases y las contradicciones que llevan a las revoluciones.
Lombardo escribió que Iturbide, Santa Anna, Maximiliano, Porfirio Díaz y Victoriano Huerta “están bien muertos porque son símbolos del pasado que no puede volver”, mientras que Cuauhtémoc, Hidalgo, Morelos, Juárez, Flores Magón, Madero, Zapata, Villa, Carranza y Obregón “son símbolos de un México entusiasta y fuerte”. Podríamos decir que su interpretación histórica es maniquea, pero no es un maniqueísmo religioso o moral, sino político y económico porque nos presenta a las clases y personajes (representativos de esas clases) que se oponen al progreso (realistas, conservadores, contrarrevolucionarios) y a los que luchan por él (insurgentes, liberales, revolucionarios). Así, lo que muchos calificarían como maniqueísmo, Marx lo definió lucha de clases, que se da cuando las contradicciones en la sociedad hacen que se divida en grupos enfrentados directamente.
En la actualidad, los gobernantes de derecha invocan y quieren resucitar a los que ya estaban “bien muertos”, pretendiendo borrar la memoria histórica del pueblo mexicano de su lucha contra la miseria y la opresión y de su camino revolucionario. En tanto, los políticos de la supuesta izquierda hablan de superar el pasado, dejarlo atrás y empezar de nuevo, en una posición francamente postmoderna condenada al fracaso. A ambos grupos, que coinciden en el fondo, no les importan en lo más mínimo las ideas de Lombardo, pero nosotros, a quienes nos guían y nos inspiran, tenemos siempre presente que
“Sin conocer sus raíces, los sacrificios, y las luchas tremendas de su pueblo en todas las etapas de su evolución, las ideas avanzadas de cada momento, y sin aprovechar las experiencias positivas y negativas que este brillante y doloroso proceso representa, no es posible llegar a una teoría revolucionaria y a una línea estratégica y táctica revolucionaria para acelerar en nuestro país el advenimiento de la sociedad socialista”.

Nota: Todas las citas son de escritos o conferencias transcritas de Vicente Lombardo Toledano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario