domingo, 11 de marzo de 2012

Juventud y Posmodernidad

Junto a la disolución de la URSS a partir de 1990 y sin un contrapeso cultural e ideológico que ofreciera a los jóvenes un punto de comprobación objetivo sobre la posibilidad de construir la sociedad comunista (para nuestro país obviamente habiendo pasado por las etapas de democracia popular y socialismo), el imperialismo y la burguesía nativa endurecieron su política agresiva contra la juventud por medio de una campaña de anulación en función a la que hemos llegado hoy a vivir entre jóvenes sin objetivos ni conciencia en ningún aspecto de la vida.

La relación: a mayor información mayor ignorancia, por absurda que parezca, se comprueba, al verificar la forma en que los jóvenes emplean la información que adquieren de los medios de comunicación, principalmente la televisión y el Internet. La razón es que la calidad de la información es inversamente proporcional a la cantidad y los jóvenes se encuentran esclavizados a la violencia y al miedo que son las principales armas de control del imperialismo, al inicio del siglo XXI.

Por otro lado la cultura que poseen está constituida por falacias y espejismos, productos de mercado diseñados para limitar el criterio y estorbar el desarrollo intelectual. La mayoría de los jóvenes desconoce experiencias como la visita a museos, galerías, teatros y salas de concierto; su aproximación al cine es reducida a los patéticos productos de Hollywood. Para ellos la música más elaborada es la canción del verano (el infame reguetón o pasitos duranguenses, por ejemplo); la mayor muestra de “arte” visual son los cromos de calendario o las fotografías pornográficas y la mejor muestra de danza es el “perreo”.

Sin entrar en cuestiones de gusto en sentido filosófico (que no cabrían aquí porque no estamos hablando de cuestiones que tengan que ver con la estética) debemos advertir, desde las comprobaciones que nos han dejado los experimentos en terrenos de la filosofía del arte, que todos los productos que el mercado vende en los escaparates y estantes como manifestaciones culturales o artísticas están diseñados específicamente para limitar la capacidad intelectual de los seres humanos y son dirigidos principalmente a los jóvenes y niños.

Resulta denigrante que los jóvenes mexicanos desconozcan su historia, la geografía de su país o simplemente la gastronomía, porque la campaña de anulación incluye la afectación de la salud. Desde 2008 la obesidad es un problema de salud pública y ésta ha sido generada por el incremento en el consumo de comida rápida, que además de provocar la obesidad no aporta los nutrientes necesarios para el funcionamiento óptimo del cerebro.

Otro ejemplo es la limitación del libre ejercicio de la sexualidad responsable por medio del diseño de enfermedades de transmisión sexual que inició con el SIDA, lo que además redunda en enormes ganancias de las empresas productoras de preservativos cuando éstos deberían ser gratuitos, como todo lo relativo a la salud.

En el mismo sentido, la brutal agresión contra las mujeres jóvenes, sobre todo proletarias, (no olvidemos que el proletariado sigue siendo proletariado aun en la llamada posmodernidad), que deciden abortar o que abortan naturalmente, se demuestra con la (pos)“moderna” legislación panista que está castigando con cárcel a las mujeres que abortan y que son acusadas de homicidio por médicos a quienes amenazan con la pérdida de la licencia para ejercer la profesión si no las denuncian, y por autoridades que las consignan, práctica que se ha extendido peligrosamente, además de la persecución contra mujeres y hombres jóvenes que no comulgan con la hipócrita “moral” de la clase gobernante, cuyas hijas, cuando abortan, están protegidas por la seguridad que da el dinero. Que la memoria sobre la brutalidad del fascismo no nos permita olvidar el horror.

La burguesía se ha preocupado en especial por romper la posibilidad de unidad entre los jóvenes en torno a los problemas fundamentales, esto lo han conseguido en dos sentidos: en la calle, por medio de la creación de tribus urbanas que han llegado a la confrontación violenta y en las instituciones educativas, mediante la manipulación de las organizaciones estudiantiles corrompiendo o ejerciendo coerción sobre los dirigentes, lo que impide la posibilidad de la unidad de los estudiantes en función de la dignificación de la educación, la defensa de sus derechos o, simplemente, de los preceptos avanzados del artículo tercero constitucional.

En conclusión, el mundo que se presenta para la juventud en nuestros días es un mundo exactamente igual al mundo de la edad media, lleno de temores, saturado de fantasmas con nombre de terrorismo islámico, guerra de narcos o contra narcos, o enfermedades de diseño, independientemente de que estos fenómenos sean reales o inventados, porque el problema es la manipulación que se da a la información para oscurecer el panorama a la juventud.


No hay comentarios:

Publicar un comentario